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Vino italiano: una excelencia para mantener (y mejorar)

El vino representa hoy uno de los pilares del Made in Italy, destacándose en los mercados mundiales y con resultados económicos impensables hace apenas unas décadas. De cara al futuro, las tendencias son buenas, pero hay muchos problemas que resolver para seguir siendo competitivos.

 

Empecemos con las tendencias: tras un 2022 que ha hilvanado un nuevo récord de exportación (8.000 millones de euros), el primer trimestre de 2023 también mostró un crecimiento en valores (+3,9% – Datos de Nomisma Wine Monitor) frente a Volúmenes casi estables.

 

En el mercado nacional, los niveles de consumo han vuelto a los niveles previos a la pandemia y se ha producido una clara caída de las ventas de valor en el canal de gran distribución.

En los mercados extranjeros, por lo tanto, será necesario cuidar algunos mercados que han mostrado caídas (Reino Unido y China sobre todo) y girar con mayor confianza hacia mercados prometedores: un análisis reciente de Nomisma indica el sudeste asiático y América Central y del Sur. como objetivos interesantes.

 

Sobre el canal interno: estamos seguros que los diablos de la gran distribución seguirán con lo único que se les da bien: sacar oxígeno. Será mejor desarrollar nuevos canales de venta y nuevas estrategias comerciales especialmente para productos de calidad. Entre los múltiples problemas destacan los de carácter fitopatológico.

La estrategia de la UE, Farm to Fork, prevé una drástica reducción en el uso de pesticidas: la fuerte discusión sobre los impactos económicos de esto ha llevado al Consejo de la UE a solicitar un estudio adicional antes de emitir la regulación definitiva sobre el uso sostenible de la planta. productos de protección.

 

La viticultura es sin duda el sector donde hay mayor consumo y mayor frecuencia de uso de productos fitosanitarios y es absolutamente necesario contar con estrategias y soluciones que permitan mantener la producción, evitando lo que ocurre con algunos cultivos (por ejemplo pensamos en la patata como ejemplo).

 

Por lo tanto, es absolutamente necesario evitar eventos fitosanitarios pandémicos que tendrían un significado económico aterrador. Nos gustaría añadir que el manejo fitopatológico también tiene que ver con el manejo agronómico, hidráulico y paisajístico de los viñedos. Las fuertes lluvias de la primavera pasada sacaron a la luz frecuentes inestabilidades hidrogeológicas que afectaban a los viñedos, sobre todo en las zonas montañosas. Un acercamiento más armónico con el territorio también redundaría en resultados económicos (hablamos del valor de la botella).

 

No olvidemos nunca que el vino es emoción y cuando vendemos una botella vendemos un territorio.

Autor:

Duccio Caccioni

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