Un alto el fuego es el duende de la guerra, tan ansiado como difícil de conseguir. Es la magia dentro del monstruo de la violencia extrema, es ese momento en el que la vida vence a la muerte, el instante en el que se acallan las armas y el silencio se hace presente. El momento para recordar cómo era la vida antes de que la dictadura de la guerra tomara el control de los destinos de millones de personas.
Qatar fijó las 7 de la mañana del viernes (una hora menos en España) como la hora de inicio de la tregua de cuatro días entre Israel y Hamás. Si ambas partes cumplen lo acordado, las armas callarán por primera vez en 11 días, lo que supondrá un alivio para los millones de personas afectadas por esta violencia en la región.
Pero mucho más que una tregua, lo que se espera es que este alto el fuego se convierta en una paz duradera. Es decir, que una vez cesada la violencia, se pueda llegar a un acuerdo que permita que ambas partes convivan de forma pacífica.
Este alto el fuego, sin embargo, no es una solución definitiva. La solución real debe venir de la mano de una negociación entre ambas partes. La responsabilidad de lograr esta paz recae en los líderes políticos de ambos países, quienes deben comprometerse a respetar los derechos humanos y a encontrar soluciones justas a la situación actual.
Es por esto que la comunidad internacional debe presionar a los líderes políticos para que lleguen a un acuerdo justo que satisfaga las necesidades de ambos países. Y a pesar de que la situación en la región puede parecer desesperanzadora, la paz es una posibilidad real si se toman las medidas adecuadas.
Vale la pena recordar que la paz es el objetivo de todas las personas y debería ser el objetivo de todos los gobiernos. El alto el fuego es un paso en la dirección correcta para lograr una solución duradera a la situación en la región, pero sólo el comienzo. La comunidad internacional debe presionar a los líderes políticos para que busquen un acuerdo justo que permita vivir en paz a ambos países.
Es hora de que la magia del alto el fuego se extienda por toda la región. Es hora de que la guerra se haga a un lado para que la paz se haga presente. Es hora de que la vida vuelva a las calles.