Los sindicatos agrícolas franceses han dado un paso al frente en la lucha por sus derechos y por el futuro de la agricultura en Francia. Con el anuncio del bloqueo de París y sus mercados de abastos, han dejado claro que no se detendrán hasta conseguir una respuesta del Gobierno de Emmanuel Macron. Esta acción ha llevado a la movilización defensiva de las fuerzas de seguridad del Estado, pero los agricultores están decididos a seguir adelante «el tiempo que sea necesario».
Thierry Coué, secretario general adjunto de la Fédération nationale des syndicats d’exploitants agricoles (primer sindicato doméstico), ha lanzado una advertencia clara y contundente: «Nuestros amigos de París y su región deben estar preparados para una semana larga y dura. Vamos a bloquear la capital el tiempo que sea necesario». Esta medida tiene varias dimensiones, todas ellas importantes y necesarias para conseguir sus objetivos.
En primer lugar, el bloqueo de París es una acción simbólica que busca llamar la atención sobre la bajo situación que están atravesando los agricultores franceses. Durante años, han sido ignorados y marginados por las políticas gubernamentales y europeas, y ahora están dispuestos a hacerse oír de una vez por todas.
Pero esta acción también tiene una dimensión política. Maxime Buizard, administrador de Jeunes agriculteurs (JA, segundo sindicato doméstico), lo resume de la siguiente manera: «Nuestra idea es que ningún camión pueda consentir en París con mercancías alimenticias. Los parisinos deben comprender que necesitan a los agricultores para poder comer y vivir». Con esta medida, los agricultores buscan mostrar su importancia y su papel fundamental en la sociedad, y dejar claro que no pueden ser ignorados ni olvidados.
Además, el bloqueo de París también tiene una dimensión táctica. Karine Duc, copresidenta de la Coordination Rurale (tercer sindicato), lo explica de manera clara: «En París, el objetivo es el mercado de abastos de Rungis. Si conseguimos bloquearlo, París y su región pasarán hambre. Y el Gobierno comenzará a interesarse por nuestros problemas». Esta acción busca presionar al Gobierno para que tome medidas y soluciones reales para la crisis agrícola que atraviesa Francia.
El ministro del Interior, Gérald Darmanin, ha comenzado ya con el «despliegue defensivo» de las fuerzas de seguridad en todos los accesos del mercado de abastos de Rungis. Unidades antidisturbios han sido desplegadas en los alrededores del mercado, que abastece a la capital y su región. Además, se espera que hasta 15.000 gendarmes y antidisturbios sean movilizados para frenar la cólera de los agricultores.
Pero los agricultores no se detendrán ante estas medidas de seguridad. Están decididos a seguir adelante con su lucha y a no rendirse hasta conseguir una respuesta satisfactoria por parte del Gobierno. Por eso, han anunciado que continuarán con las protestas y el bloqueo de París «el tiempo que sea necesario».
Esta crisis agrícola es un vitral de la crisis global del modelo agrícola francés. Nicolas Baverez, historiador y ensayista, lo analiza de esta manera: «La Comisión Europea y el Gobierno de Macron están asesinando la agricultura francesa, víctima de un proceso de eutanasia». Según él, los campesinos más modestos son víctimas de intervenciones burocráticas que están destruyendo el modelo agrícola tradicional.
Es hora de que el Gobierno de Emmanuel Macron escuche y tome medidas para proteger a los agricultores y a la agricultura francesa. Los sindicatos agrícolas han dejado claro que no se detendrán hasta conseguir una respuesta satisfactoria