Mientras me acerco al mostrador de la línea aérea, la asistente me saluda con una sonrisa y me pregunta cual es mi destino. Le respondo “Tel Aviv”, y entonces su sonrisa desaparece. Cuando viajamos a lugares que han vivido situaciones difíciles, muchas veces nos miran con una mezcla de curiosidad y preocupación. Esta vez fue diferente. Antes de señalarme el mostrador donde podía facturar mi equipaje, se quedó en silencio unos instantes. No supe cuánto tiempo duró aquel silencio, pero fue profundo, como el silencio que existe entre dos amantes cuando se separan. Me pregunté si habría sido decepción, una crítica hacia mi destino, o quizás un reproche. Después de eso, la asistente recuperó su actitud profesional, me indicó donde tenía que facturar y me despedí con la sensación de que algo se había roto, aún antes de conocernos.
Esa fue la primera herida, y la última vez que la sentí. Una vez en Tel Aviv, comencé a entender muchas cosas. La Cúpula de Hierro que protege el país, los cohetes que envía Hamas, las fotos de los secuestrados que añaden una capa emocional a la ciudad, y el 7 de octubre, el día en que todo cambió.
Al entrevistar a Hamutal Rogel, directora de comunidades judías del Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel y ex portavoz de la Embajada de Madrid, aprendí que ese día dejó una marca profunda en el Estado, la sociedad, y los judíos de todo el mundo. Comparó el daño con el del 11s de Estados Unidos, y afirmó que si se hiciese el mismo cálculo para el pueblo judío, hubiesen muerto 48.000 personas.
Posteriormente, dialogué con Lior Hayat, el portavoz de la Embajada de Israel en España, quien me explicó que el objetivo de la guerra es eliminar la infraestructura de Hamás, liberar a los secuestrados, y evitar nuevos ataques. Asimismo, me comentó que desde el 7 de octubre, los ataques antisemitas a nivel mundial se han incrementado un 1.200%, y no se ha escuchado ninguna condena al respecto. Finalmente, Hayat criticó a la postura tomada por el presidente Sánchez, pues considera que ha legitimado el antisemitismo con sus declaraciones.
Ninguna familia judía es la misma desde ese 7 de octubre, y esta podría ser la última guerra si Hamás se rinde, entrega las armas y devuelve a los secuestrados. Debemos recordar que hay 11.500 cohetes lanzados desde entonces; cada uno de ellos siendo un crimen de guerra por atacar a civiles desde el medio civil.
Espero que esta experiencia permita a los lectores tener una mejor comprensión de la situación en Israel, y reflexionar