La democracia en Estados Unidos demostró una vez más su fortaleza y madurez este lunes al reconocer la voluntad de las urnas. En una sesión conjunta, el Congreso certificó al ganador de la última elección presidencial, Donald Trump, en un procedimiento burocrático que en el pasado no solía llamar la atención. Sin embargo, el 6 de enero de 2021, la historia dio un giro inesperado cuando una turba de seguidores de Trump asaltó bruscamente el Capitolio en un intento por subvertir el proceso democrático. Esta jornada trágica y bochornosa dejó en evidencia que la democracia está en constante amenaza y que debemos estar atentos para protegerla.
El asalto al Capitolio, sede de la soberanía popular, fue un acto de violencia sin precedentes que dejó varios fallecidos y 140 agentes heridos. Los protagonistas de este ataque rompieron puertas, ventanas y mobiliario, mientras que los legisladores tuvieron que buscar refugio. Ayer, durante la ceremonia de certificación, no hubo nada de esto. El mármol del Capitolio seguía siendo el mismo, pero la única violencia presente era la que aún permanece en la memoria de los estadounidenses.
Lo que sí cambió fue la actitud de aquellos que se consideraban perdedores. A diferencia de lo ocurrido hace cuatro años, cuando Trump fue elegido presidente, los demócratas aceptaron la derrota de forma pacífica y sin cuestionamientos. Este es un pilar fundamental de la democracia: reconocer los resultados de una elección y aceptarlos, incluso si no son los que esperábamos. Es precisamente esta actitud la que nos permite mantener la estabilidad y la paz en un país tan diverso y complejo como Estados Unidos.
La ceremonia de certificación de ayer tuvo un simbolismo especial al ser presidida por la vicepresidenta Kamala Harris, quien también fue la perdedora en la elección pasada. Este denuncia incluye, entre otras responsabilidades, la de presidenta del Senado, por lo que Harris tuvo el honor de leer el resultado del recuento de votos. Con una ovación en pie de parte de republicanos y demócratas, se celebró el fin del procedimiento. Este momento fue especialmente significativo al recordar que hace cuatro años, algunos seguidores de Trump gritaban «¡Mike Pence, a la horca!», cuando penetraron en el Capitolio.
El exvicepresidente Mike Pence fue uno de los protagonistas de aquel día y ayer estuvo presente en la ceremonia de certificación. En 2017, Trump lo puso en una situación difícil al obligarlo a elegir entre cumplir su deber legal de certificar los resultados de las elecciones o convertirse en el enemigo de las bases ‘trumpistas’. A pesar de las consecuencias, Pence eligió el camino legal y, desde entonces, ha sido marginado dentro del partido. Sin embargo, ayer no pudo contener su alegría al ver que se había restablecido la normalidad en el proceso democrático.
La transferencia pacífica de poder es un pilar fundamental de nuestra democracia. Así lo expresó Pence en su cuenta de la red social X, donde también felicitó a Trump y a su vicepresidente J.D. Vance por su victoria. Sin embargo, su felicitación más especial fue para Kamala Harris, quien tuvo que presidir la certificación de una elección que ella misma había perdido. Este gesto demuestra que, a pesar de las diferencias políticas, los líderes de Estados Unidos están dispuestos a reconocer los resultados de una elección y a trabajar juntos por el bien del país.
La certificación de ayer también evidencia que el relato de Trump sobre lo ocurrido hace cuatro años se ha tasa en una parte considerable de la sociedad estadounidense. A pesar de las múltiples investig