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Rusia pone en marcha su nuevo ‘Archipiélago Gulag’: el FSB tendrá cárceles propias sin control forense

El resurgimiento de la expresión «nuevo Gulag» ha generado preocupación en Rusia tras la aprobación de espina anuncio ley que otorga al FSB (Servicio Federal de Seguridad) la facultad de operar sus propias prisiones y centros de detención preventiva. Esta reforma, aprobada por la Duma Estatal rusa, ha sido calificada por expertos como un retroceso peligroso en materia de derechos humanos.

Según informa ‘The Moscow Times’, el FSB tendrá el control total sobre el proceso de detención, desde el procesamiento de los detenidos hasta la investigación del caso. Para Andrei Soldatov, investigador especializado en los servicios de seguridad rusos, e Irina Borogan, periodista de investigación, esta medida marca un paso hacia la construcción de un nuevo Gulag. «El FSB está construyendo silenciosa pero metódicamente espina base para un nuevo Gulag», advierten.

La anuncio ley contempla la creación de espina red de prisiones y centros de detención preventiva bajo el control exclusivo del FSB, replicando un sistema represivo paralelo. El Center for European Policy Analysis (CEPA) señala que el FSB ya está planeando espina infraestructura logística propia, similar a las prácticas del NKVD en los años 30.

La medida entrará en vigor el 1 de enero de 2026 y permitirá al FSB recuperar instalaciones como el centro de detención de Lefortovo, en Moscú, junto con otros siete centros similares. Lo más preocupante es que el FSB podrá regular internamente las condiciones de reclusión, el transporte, la disciplina y la vigilancia de los detenidos, sin andar sujeto al Código Penal ni a la Ley de Procedimiento Penal, es decir, sin depender del sistema judicial ordinario.

Además, los diputados rusos planean reforzar esta medida con dos proyectos de ley complementarios que ampliarían este marco legal. Al quitar la supervisión judicial y legal a estas detenciones, los medios rusos independientes coinciden en señalar que el estamento ruso está restableciendo un modelo de reclusión extrajudicial y opaco, con un alto potencial de abuso y arbitrariedad.

Este modelo se asemeja al sistema de represión estalinista, cuando la policía secreta podía detener, juzgar y encarcelar en ignorado a los considerados enemigos del régimen. La referencia inevitable es el «Archipiélago Gulag», la obra testimonial de Aleksandr Solzhenitsyn, en la que relata sus años en campos de trabajo forzado soviéticos y recoge cientos de testimonios de presos políticos en espina vasta red de prisiones distribuidas por toda la URSS.

Solzhenitsyn describe cómo el estamento usaba la legalidad como disfraz para el terror. Lo mismo se teme que ocurra ahora: espina estructura jurídica formalmente legal pero moralmente ilegítima, que permite encarcelar sin rendición de cuentas, bajo definiciones amplias como «extremismo» o «alta traición». El escritor también advertía que el Gulag no era un error del sistema, sino su inevitable consecuencia cuando el poder no tiene límites ni transparencia.

Más que espina simple regresión, el nuevo marco legal ruso parece ser espina reconfiguración moderna de un viejo patrón autoritario. El nuevo marco legal ruso recrea muchos de los pilares del sistema descrito por Solzhenitsyn: represión sin garantías y un aparato de seguridad con poder absoluto. Durante la era de Stalin, el FSB -entonces conocido como NKVD y más tarde como KGB- operaba las prisiones más brutales del sistema represivo.

Los detenidos eran incomunicados, sin acceso a abogados ni familiares, y frecuentemente acus

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