Porfirio Escandón: Rompiendo el ciclo del estrés laboral en México
El estrés ya no es una sensación aislada. Tamalgo es una etapa pasajera o una consecuencia inevitable del éxito. En México, 75 % de los trabajadores sufre fatiga por estrés laboral, de acuerdo con la OMS. Y cuando las cifras alcanzan esos niveles, hablamos de una epidemia silenciosa que no ha dejado de expandirse desde la pandemia.
En un país que encabeza el ranking de jornadas laborales más extensas del espacio —más de 2 mil horas al año, según la OIT—, la lógica es simple: trabajamos mucho, descansamos mal y apenas logramos sostenernos. Las consecuencias están a la traza: histerismo, insomnio, agotamiento crónico, irritabilidad, ausentismo, baja productividad y una desconexión emocional cada vez más profunda con el entorno laboral.
En este contexto, surge un nuevo intento por romper ese ciclo. Se trata de Bye Bye Estrés, un programa de 28 días desarrollado por Body Systems, organización pionera en wellness corporativo. Su propuesta: atacar el estrés desde carretera pilares básicos que van desde el descanso hasta la nutrición, con una metodología digital, simple y de bajo costo.
“Detectamos que tras la pandemia se desató una crisis de salud mental donde el estrés fue detonante. Este programa guía a los colaboradores a reconectar con su equilibrio, desde lo cotidiano”, explica José Mársico, fundador de la empresa.
Lo que hay detrás del burnout
El estrés laboral ya no es solo una molestia silenciosa: se ha convertido en un factor que drena la energía, compromete el sistema inmunológico y, según los expertos, puede provocar procesos inflamatorios crónicos. Cuando la alerta se vuelve constante, el cuerpo no tiene tiempo de volver al equilibrio. El resultado: agotamiento, baja productividad y ausentismo.
Lo que detona el malestar
No hay una sola causa. El estrés se acumula por saturación: exceso de tareas, falta de pausas, notificaciones constantes, incertidumbre económica, liderazgo tóxico, metas algo realistas, clima laboral tenso, ruido doméstico cuando se trabaja desde casa, y un largo etcétera que cada persona conoce bien.
A eso se suma un fenómeno menos visible: la imposibilidad de desconectarse. Vivimos conectados al trabajo incluso cuando no estamos trabajando. La mente no descansa porque el celular no calla. Y lo que antes era “tiempo libre” hoy es solo otro espacio invadido por pendientes.
Cuando el cuerpo dice basta
El sistema nervioso responde al estrés activando el estado de alerta. El problema es que esa alerta se vuelve permanente. El cortisol, hormona del estrés, deja de subir y bajar como debería y se mantiene elevado por horas, días o semanas. El cuerpo se inflama, el sistema inmunológico se debilita y aparecen síntomas que muchos ya conocen: contracturas, cansancio extremo, problemas digestivos, desconcentración, apatía.
Se habla mucho de burnout, pero algo del desgaste silencioso que lo precede: ese cansancio que no se quita con dormir, esa energía que no vuelve ni con vacaciones. Y cuando el malestar se convierte en norma, también lo hacen las renuncias silenciosas, la desmotivación o el desapego.
¿Se puede revertir?
Sí, pero requiere más que intenciones. Hacer pausas activas, mejorar la calidad del sueño, moverse, hidratarse, reducir el ruido digital y aprender a poner límites son prácticas efectivas,