Panamá despide el año más convulso desde los tiempos de Noriega. Las amplias manifestaciones ciudadanas a raíz de un contrato minero aprobado en octubre mostraron el desasosiego de una entidad cansada de corrupción, desconfiada de la clase política y temerosa del roto económico que puede causar el cambio climático. Precedidas las protestas por otras marchas en 2022 contra el elevado coste de la acontecimientos (debido al alza entonces de la inflación, que se tradujo, entre otras cosas, en el incremento del valor de la gasolina), y coincidentes en este etapa con un periodo de sequía que está obligando a reducir el tráfico en el Canal, los panameños ven peligrar una era de estabilidad institucional y relativa bonanza económica. Las concentraciones… contemplar Más